miércoles, 25 de febrero de 2015

ME REHUSO

¡ME REHUSO!


-          Definitivamente no

-         ¡Zeija!

-         ¡He dicho no!

-          ¡Lo harás!

-          ¡Que no!

-          Vas a ir y te vas a casar con el

-          ¡He dicho que no!

-          ¿Por qué no?

-         Porque es menor que yo!- grito Zeija frustrada y enojada, su padre y madre la miraron cohibidos y sorprendidos, agarro las faldas de su vestido y empezó a alejarse con furia, las puertas se cerraron frente a sus narices, giro hacia sus padres enojada, mamá repicaba el pie contra el suelo y papá movía sus dedos contra sus propios antebrazos con los brazos cruzados

-          Zeija de los castillos, vas a ir y te vas a casar con el rey de Arandell

-         Yo no voy a casarme con un chico al cual le llevo cuatro años, no lo haré, me niego rotundamente

-          ¿Qué has dicho? – su padre apretó los dientes como un tigre enojado, Zeija soltó sus faldas y se plantó derecha frente a él

-          Eh dicho que…

-          ¿Qué? – su padre intento intimidarla, eso habría funcionado en otros tiempos, pero ahora, con 19 años recién cumplidos ya no tenía

-          ¡¡Me rehuso!! – y con esas dos palabras corrió y salto por la ventana escapándose del castillo el resto del día o algo mas.

¿Cuál era la razón por la cual Zeija se oponía tanto al matrimonio? Zeija era la hija de los reyes del reino Marfoll que estaba al este del mundo Naital, por cosas de la vida conoció al nuevo rey del reino Arandell al norte del país con quince años el chico era rey de un país grande y frio, necesitaba esposa pues era un hombre con sus necesidades básicas, había conocido a Zeija mientras daba un recorrido por el palacio del reino de Marfoll como invitado real a la fiesta de los 19 años recién cumplidos de la princesa menor, él estaba caminando y ella huía de su carabina, sin intención tropezó con el rey que afortunadamente estaba solo y ambos cayeron uno frente al otro, ella por el gran golpe contra el pecho del rey y el por la gran velocidad que ella llevaba y que retuvo cuando choco con él, Zeija se sentó sobre el pasto sobándose la cabeza

- Dios…no recuerdo un muro aquí en medio del jardín…- sobaba su cabeza lamentándose, el rey la miro enarcando una ceja, ¿lo había comparado con un muro? Que insolencia

-         De hecho…

-          Ah!- Zeija grito al escuchar la voz y ver al chico frente a ella, bueno, tal vez no tan chico, inclusive parecía más alto que ella así sentado

-          ¿Por qué gritas?

-          ¿De donde salió?

-          ¿Cómo que de dónde? Acaba de chocar conmigo

-          Es usted? Pensé que fue un muro

-          

-         De igual forma disculpe- se levantó y sacudió el vestido, escucho la voz de su carabina Iliana y empezó a buscar un lugar para esconderse, vio un matorral alto con forma de copa y se escondió tras de él, vio pasar a su carabina corriendo preocupada buscándola, salió a los segundos de verla desaparecer en la lejanía, rio por lo bajo al no haber sido descubierta, el rey la miraba de arriba hacia abajo sin entender que le ocurría, ella lo vio observándola- si quiere preguntar algo hágalo ahora

-          ¿De que esta huyendo?

-          De mi carabina
-          ¿Por qué?

-          Mmm…me hizo arreglar ostentosamente- dio una vuelta mostrándole el vestido lleno de monedillas que sonaban al moverse, el escote de corazón con una capa de velo brillante cubriendo la piel, los adornos de oro en el cabello largo y rojo como el fuego en conjunto con sus ojos chocolates cubiertos de pestañas largas, curvas y oscuras con los labios rojos como la manzana, las monedas en sus tobillos tintinearon al girar en su propio en su propio eje y el vestido dorado rozaba la hierba- para llevarme a conocer al rey del reino Arandell y yo no quiero ir, probablemente es un viejo verde con ganas de andar manoseando jovencitas de pocos años- se quejó torciendo los ojos y contoneando las caderas, el rey la miro entre sorprendido y cohibido, su padre fue un hombre joven y hermoso y galante, nunca viejo ni perseguidor de jovencitas, pero eso ella no lo sabía porque nadie sabía lo que pasaba con los reyes de Arandell

-          No lo era, pero murió y gobierna su hijo en su lugar- le aclaro, Zeija lo miro y se encogió de hombros

-         Eso no viene a discusión, la cosa es que no quiero conocer a ningún rey

-          ¿Por qué?

-          Probablemente mis padres estén tratando de comprometerme y yo no quiero

-          Toda joven de 19 años ya está comprometida, casada o con hijos…

-          Bla bla bla, ¿y eso qué? Todas no nos podemos regir de igual forma- Zeija movió su cuerpo en vueltas alrededor del jardín- quiero estar soltera- daba saltos y seguía dando vueltas como si de algún baile gitano antiguo se tratara – no quiero estar sujeta a un hombre que solo me quiere en su alcoba como objeto de satisfacción- siguió girando y salto sobre una fuente seca quedando parada de puntas con los brazos extendidos y el viento moviendo su vestido y cabello

-          ¿Cómo sabe esas cosas?- el rey la miraba ya asombrado, ella bajo de la cima de la fuente y cayó al suelo con una agraciada pose de bailarina, hizo reverencia y empezó a alejarse

-         Eso le paso a mis padres, después se enamoraron y todo cambio, nacieron mis hermanas y yo

-          Un matrimonio de conveniencia

-        Exacto- le apoyo ella mientras él la seguía enfundado en su traje azul con dorado y capa con el emblema real del cual ella aún no se percataba, un fuerte viento azoto contra ellos haciendo revolotear los cabellos dorados del rey cubriendo con el flequillo levemente los ojos azul nevada congelantes, ella lo observo mientras el viento hacia su cabello rojo a las rodillas revolotear alrededor como fuego descubriendo el flequillo los ojos chocolates que se empezaban a abrir más y más asombrados, el rey la miraba empezando a sonreír

-          Me agrada saber que eso es lo que piensa princesa Zeija del reino Marfoll, felicidades en su cumpleaños 19- el rey se enderezo en sus 1.70m de altura con quince años extendiendo su mano en petición de la de ella, Zeija se la entrego sin dejar su asombro

-          Rey Alask de Arandell, bienvenido y gracias- agradeció ella mientras el besaba su mano, así Zeija se enamoró de un chico cuatro años menor que ella, aun así se negaba a casarse con él, pero sin saber cómo ni cuándo estaba vestida de novia en el altar con el rey Alask a su lado pronunciando los votos y dando el acepto

-            Por el poder que me confiare la iglesia establecida del reino de Dios, los declaro marido y mujer, rey y reina, puede besar a la novia- volvió a la realidad cuando Alask tomándola del brazo sonriente la besaba en la mejilla a lo que algunos abuchearon pero callaron al ver la maligna mirada de Alask, después de tanta negación había terminado casada con el

-          Aun no me explico cómo acepte casarme contigo – murmuro mientras iba en el carruaje con él a su lado rumbo al castillo de las nieves, lugar de la luna de miel

-          Después de escaparte del castillo te encontré huyendo hacia otro reino, te atrape y propuse matrimonio, no te quedo de otra

-         Gracias por recordármelo- murmuro aburrida quitándose el velo aun sujeto a la coronilla del cabello, él la miraba sonriente, Zeija sacudió su cabello sonando los cristales de adornos

-          Aun no veo la razón de tu enojo, te gusto, me gustas, casados, problema resuelto- hablo despreocupado haciendo nevar su propia mano sobre la otra, ella lo miro enojada

-          ¡Te llevo cuatro años! Por el amor de Dios, ¡puedo ser tu hermana!- le reitero alarmada, el rio a medio lado

-          Ciertamente no me apetece cometer incesto por lo cual me alegro de que no lo seas

-         Estoy hablando completamente enserio rey de Arandell- Zeija hablo con voz fuerte, él la miro y se acercó más a su lado

-       ¿Cómo me llamo?

-          Rey Aran…- la corto fijando su mirada más en ella intimidándola

-         Mi nombre Zeija

-          Alask…- murmuro recostándose a la puerta del carruaje mientras él la atrapaba con su cuerpo, Alask levanto una mano y se la puso a Zeija en el rastro bajando con el dedo anular por el medio de sus ojos, nariz, labios barbilla y el cuello hasta llegar al escote del vestido que mostraba solo un poco de piel del inicio de sus senos, una got5a de agua congelada resbalo hasta quedar en la unión de sus senos, Alask sigio bajando por encima del vestido hasta su cintura, Zeija sintió el hielo derretirse con el calor de su cuerpo, tomo aire sintiendo su corazón acelerarse poco a poco, paso saliva con dificultad al ver como Alask rodeaba su cintura con el brazo levantando su pecho pegándola a el dejando sus rostros a pocos centímetros, Zeija observo los redondos y brillantes hielos de los ojos de Alask, su nariz fileña y los labios rosados deseosos

-          Zeija…dulce Zeija, esposa mía, di mi nombre…susúrralo para mi…deléitame con tu voz al pronunciar mi nombre…- la hipnotizaba con su voz baja y ronca, Zeija solo podía embriagarse con su voz y oler su olor a frio hielo de nevada

-          Alask…- susurraba lentamente, Alask se acercó más hasta solo centímetros de sus labios y ella lo detuvo- no lo hagas

-          ¿Por qué?

-         Soy mayor que tú, no puedo- lo alejo de ella y se enderezo en el asiento, a los segundos sintió un frio provenir de su lado, miro a Alask encontrándolo completamente azul como en su mayor concentración, cabello blanco, ojos nublados como nieve, asiento congelado y el frio salía como humo, él  miraba al frente en donde estaba el velo de ella se había quitado, Zeija  solo cerro sus ojos lamentando lo que dijo y lo provocado, a las horas llegaron al castillo de cristal y hielo, Alask seguía sin decir palabra alguna, la ayudo en bajar y con su mano le dio al vestido una capa brillante protegiéndola del frio, los sirvientes entraron todo el equipaje y esposa y esposo fueron conducidos a los aposentos reales, Alask no hablo durante el resto del día y noche.

Al siguiente día Zeija despertó en una cama acolchada con pétalos de rosa blanca, los velos que cubrían la cama eran tan blancos como la misma nieve, sin embargo nada de eso la hizo sonreír, al mirar a su lado no encontró a Alask, lo cual era fácil de suponer, desde que ella le había rechazado Alask se había limitado a darle unas pocas instrucciones de cómo moverse en el castillo y a la hora de dormir se acostó con su piyama durmiéndose al instante, Zeija dio un largo suspiro y salió de la cama, entro al baño, se dio una ducha rápida y caliente, se arregló con un pantalón blanco de cuero, una blusa de lana hasta las caderas y un abrigo blanco de lana que la cubría de los pies a la cabeza, dejo su pelo suelto rojo y salió de la habitación con botas de cuero y lana rosada, camino por los pasillos desolados y blancos por la tibia extraña nieve que se despegaba de las paredes superiores, se asomó a una ventana y vio a los trabajadores jugando con nieve incluyendo a Alask

-         ¿ sí que se divierten no?- una voz le susurró al oído, se giró espantada encontrándose con una joven mujer de no más de 30 años con el cabello rubio suelto hasta su cintura luciéndolo con un vestido rosado con velo blanco que se arrastraba por el suelo- disculpa,¿ te asuste?

-        Si- murmura ella aun asustada

-          Lo lamento, solo te vi observando con deseo y quise acercarme

-        

-          Oh que falta de respeto, permíteme presentarme, soy la madre del rey Alask, la condesa Annalia

-          Su majestad- Zeija se inclinó haciendo una reverencia con respeto- disculpe mi falta de respeto, mi rey aun no me la presentaba

-          Lo sé, está profundamente enojado contigo- la condesa rio tranquila y le levanto la barbilla a Zeija con la mano- y tiene razones después de lo que le dijiste en el carruaje

-          Su majestad…

-         Solo llámame Anna, su majestad me da tanto prestigio que yo misma me asusto

-          Anna, yo pude evitarlo, soy cuatro años mayor que él

-          ¿y eso que?

-          Usualmente el hombre es mayor que la mujer

-          ¿y? yo era cuatro años mayor que el antiguo rey, en paz descanse

-          Así sea, disculpe, ¿¡usted qué!?- Zeija la miro asombrada, la condesa la condesa rio con sus ojos brillando de felicidad

-          Si querida, yo era cuatro años mayor que mi esposo

-          Pero… ¿Qué edad tiene usted?

-          55 años- contesto feliz, Zeija la miro enarcando una ceja

-          Eso es imposible, usted apenas y duras penas parece de 30

-          Así es, lo parezco, pero esa es una de las ventajas de convertirse en la esposa de una persona del reino del hielo

-        ¿¡Qué!?

-          Yo me case con el rey a la edad de los 30 años exactos y el rey tenía 26, ya vez que el murió en un accidente. No de viejo, al casarme e intimar para concebir, el crecimiento se detuvo, a los diez años de casada quede embarazada, ese bebe ahora convertido en tu esposo

-          No entiendo….

-          Deberías preguntárselo a el

-          Pero está enojado conmigo…

-          Pídele disculpas

-          Pero ¿Cuándo? Él está muy ocupado…

-          Te propongo ahora mismo, viene a tus espaldas, chao querida, haz feliz a mi hijo- la condesa se fue caminando elegantemente con una gran risotada resonando por el pasillo, Zeija la vio desaparecer aun sin creerse que una mujer tan joven pudiera tener tanta edad

-          Esa mujer…no cambiara esa forma de actuar, a veces sinceramente pienso que no es mi madre...Dios…-la voz del rey le llego a los oídos y se giró encontrándolo a sus espaldas recostado de hombro a la pared cerca de la ventana, Zeija lo miro arrepentida

-        ¿Puedo hablar contigo?- le pregunto dudosa

-          ¿sobre qué?- le respondió él secamente sacando un chocolate blanco de su bolsillo, abrió la envoltura y se lo comió- planeo ser tan egoísta como tú lo eres conmigo

-          Quiero disculparme- le respondió ella sin dejarse intimidar, él levanto una ceja

-          ¿Por qué?

-          Por el rechazo de ayer

-          ¿No crees que debiste disculparte mucho antes? – comió otro dulce de chocolate sin dejar de mirarla, Zeija simplemente suspiro y miro por la ventana

-          Las palabras no querían salir de mi boca, ¿tengo orgullo sabes?

-        Oh si, completamente cierto, pero no fue tu orgullo el que hablo ayer, fue tu miedo

-       …- Zeija no respondió y agacho la mirada, Alask se puso a su lado y miro por la ventana
-         ¿15 a 19? Cuál es la gran diferencia? ¿Cuatro años que se van en un momento?

-          ¿y los demás años dónde quedan? Envejeceré más rápido que tu- respondió Zeija intranquila, Alask sonrió

-        Creo que ya mi madre te dio la charla de la longevidad

-          Si, lo hizo, si tú lo hubieses hecho antes no te habría rechazado

-          -¿Cómo podría? Si le hubiese dicho a todos los reyes que poseo la longevidad todas las hijas se hubiesen lanzado sobre mi

-        -  Yo no soy así…

-          ¿pero yo no lo sabía o sí? ¿Quién huyo cuando su padre la obligaba a casarse conmigo?

-         Yo

-          ¿y cómo es que ahora eres mi esposa?

-         Me case obligada

-          Exacto, no quiero tu cariño ni amor por obligación, lo quiero porque lo sientes de verdad, porque me gustaría recibir algo de lo que yo mismo estoy ofreciendo y no es longevidad

-         De verdad lo siento, estaba asustada de casarme, no sé nada del matrimonio ni el amor, estoy muy confundida con todo lo que siento- ella le confeso soltando un suspiro, Alask le levanto la barbilla y le guiño el ojo

-       Cuando lo sepas avísame- beso su mejilla y cuando decidió irse Zeija lo detuvo y lo beso en los labios dejándolo ligeramente sorprendido, lentamente se separó de su boca y lo miro nerviosa

-        Prefiero…que lo averigüemos juntos ¿sí?

   Dios…- murmuro aun sorprendido Alask, le acaricio el rostro y esta vez la beso él mientras susurraba contra sus labios- lo que quieras…solo con una condición

-          ¿Cuál?- logro murmurar Zeija pues el empezaba a hacer el beso más sugestivo 

-        Que hagamos esto más seguido…- le respondió abrazándola por la cintura mientras ella se agarraba de sus hombros  temblorosa, logro susurrar un “si” con la voz ronca, Alask los alejo de la ventana para evitar ser vistos por alguien, bueno, aparte de los sirvientes escondidos en la esquina del pasillo junto con la condesa Anna que sonreía triunfante y orgullosa maquinando planes en su cabeza

-          Pronto tendré nietos…



                                                                          FIN